Rehabilitación del deportista

A) Hombro

 

1. Manguito rotador del hombro

 

Lesión ésta muy frecuente entre deportistas que solicitan con frecuencia el hombro (lanzadores, tenistas, jugador@s de balonmano, baloncesto, porteros, nadadores…), así como por trabajadores y trabajadoras que realizan gestos repetitivos por encima del hombro. Las tendinitis y la falta de fuerza y movilidad en el hombro son la deriva más frecuente, debido a la inflamación de las estructuras que comprenden esta región: bursa y cápsula suelen verse afectadas. En aquellas personas que no sufren un desgaste excesivo del tendón está indicado el ejercicio preventivo y la reeducación de escápula y hombro antes de pensar en la operación.

El trabajo bien dirigido del manguito rotador es una de nuestras especialidades, puesto que es base y fundamento de la readaptación funcional del hombro.

 

2. Labrum del hombro

 

Cuando los músculos que estabilizan la articulación del hombro están débiles, éste suele sufrir más tensión de la adecuada, y por consiguiente, cuando se realizan movimientos repetitivos o con tensión excesiva, una de las consecuencias puede ser el desgarro del labrum del hombro. El “labrum” es un anillo cartilaginoso que rodea la articulación y que le aporta un extra de congruencia, ayudando a que no se produzcan luxaciones o salidas del hombro. Es por esto que cuando tiene lugar una luxación (ya sea por caída o por un gesto forzado) el labrum suele verse afectado. Al igual que al manguito, los movimientos descontrolados, sobre todo por encima del hombro, lo ponen en compromiso. Dar fuerza y sobre todo ESTABILIDAD ARTICULAR al hombro mejoran y previenen las lesiones de labrum.

Podemos decir que felizmente hemos tenido varios casos de labrum operado, con notable éxito a la hora de la reincorporación deportiva y laboral.

 

3. Luxación del hombro

 

El hombro es la articulación más débil a nivel de congruencia articular que existe en el cuerpo humano, además de que actúa permanentemente en contra de la gravedad, por lo cual su tendencia a salirse, cuando se produce un golpe o una caída es relativamente fácil, salvo que tengamos un hombro bien armado. Como decimos, fortalecer la musculatura del hombro nos previene de este problema; así mismo, cuando se produce una luxación, tiene lugar un desajuste que hay que volver a compensar a través de movilización y el ejercicio correctivo.

Para volver a ganar una correcta movilidad, sin tensionar en exceso las cervicales y músculos elevadores escapulares se hace imprescindible realizar ejercicio de calidad y bien supervisado por un profesional de la actividad física y el deporte como los que nosotros tenemos.

 

4. Limitación articular del hombro

 

Tanto por el sobreuso como por el paso del tiempo (envejecimiento y desgaste articular) vamos perdiendo capacidad de autonomía en el movimiento. Es por ello que el ejercicio se hace indispensable para retrasar esta falta de movimiento, así como para mejorarlo y sentirnos más fuertes y seguros. El ejercicio no tiene edad, ni género ni condición; si el ejercicio está bien diseñado y adaptado a nuestras características individuales, TODO EL MUNDO PUEDE MEJORAR SU MOVILIDAD en base a un plan de trabajo coherente y eficaz, adaptado al estado funcional de nuestros hombros. Siempre existen diferencias entre la movilidad de nuestros dos hombros, y no todas son patológicas. Pero a la larga sí pueden acabar generando dolor o alteración de la cinemática normal de la articulación escápulo-humeral, como las anteriormente vistas (lesiones por desgaste de labrum, tendinitis manguito rotador, bursitis…).

La diferencia está en la prevención, y en integrar esos hábitos de movilidad y cuidado que nosotros podemos enseñarte y que podrás desarrollar con un mínimo de constancia.

 

5. Tendón del Supraespinoso (tendinopatía del supraespinoso).

 

También llamado síndrome subacromial o inpigement. Es quizá la lesión más frecuente del hombro, y de las que más hemos tratado. Por su especial disposición anatómica, el tendón de este músculo, tan solicitado en la rotación externa y la elevación lateral del hombro, sufre mucha presión y continuo rozamiento, sobre todo si nuestro “espacio subacromial” (por donde discurre este tendón) es más pequeño de lo normal, tiene forma más afilada, o bien surgen complicaciones como calcificaciones que llevan a dolor y más desgaste con el movimiento. Ya por estas razones, o por el propio sobreuso del músculo, pueden surgir complicaciones que acaban por degenerar las fibras del tendón, provocando una verdadera tendinopatía o en el peor de los casos un desgarro.

 

Tanto la prevención a través del ejercicio específico de fuerza y control del hombro, como el tratamiento de la lesión por parte de nuestros fisioterapeutas (con técnicas avanzadas como la EPI “Electrolisis percutánea intratisular”) una vez producida la lesión, se hacen fundamentales. Si el desgaste de las estructuras tendinosas requiere intervención quirúrgica, tanto el ejercicio funcional pre-operatorio como el post-operatorio garantizan una recuperación óptima del movimiento normal del hombro. De hecho, cada vez los médicos traumatólogos optan más por tratamiento conservador, esto es, potenciar y tratar la articulación, antes que operar.

 

6. Fractura de clavícula. Luxación de clavícula.

 

Lesión también muy frecuente, derivada casi siempre por una caída o un traumatismo (golpe), derivándose en un desplazamiento no anatómico en la articulación esterno-clavicular o en la acromio-clavicular (el hombro se queda descendido hacia abajo y adelante).

Las dos articulaciones de las que forma parte este hueso corto y delgado, a priori frágil por su colocación, y por tener una movilidad muy particular, pueden verse afectadas.

Ciclistas, patinadores, o cualquier persona que sufra una caída fortuita con trauma desde la mano al apoyarse en acto reflejo, con el codo o con el propio hombro, podrían sufrir al menos una luxación de clavícula, que podría acompañarse además de fractura en el peor de los casos. Un golpe directo sobre ella (ej.accidente de tráfico) también la puede provocar.

Poseer un hombro fuerte y una musculatura torácica alta desarrollada, tanto posterior (espalda) como anterior (pecho) y local (hombro, deltoides, manguito rotador) no garantiza que no podamos sufrir este accidente, pero sí que nuestra clavícula se pueda “salvar” y no salirse de su sitio al caer o al agarrarnos a algo con mucha inercia, por ejemplo.

Una vez reducida la luxación a través de la maniobra apropiada (lo más urgente es acudir a un servicio médico o especializado), se inicia la evaluación del estado articular. Si se procede a la inmovilización, o bien a la operación, tras el tiempo que el miembro debe permanecer inmóvil (yeso o cabestrillo) tiende a perder masa muscular, fuerza y capacidad de movimiento. Es ahí donde, una vez se ha dado luz verde por parte del traumatólogo, intervenimos nosotros: SE HACE IMPRESCINDIBLE VOLVER A GANAR FUERZA Y MOVILIDAD DEL BRAZO EN TODOS SUS RANGOS A TRAVÉS DE EJERCICIO SUPERVISADO Y DE CALIDAD.

 

B) Brazo y antebrazo

 

1. Fractura

 

La fractura (rotura parcial o total de un hueso, con o sin desplazamiento), siempre va a ir ligada a su inmovilización posterior, con el objetivo de que el hueso vuelva a soldar. Esto implica 2 cosas: la primera, la pérdida de movilidad en mayor o menor grado, dependiendo de la proximidad de la rotura al punto de la articulación. La segunda, la más que segura pérdida de fuerza y masa muscular. Nuestro tratamiento mejora desde el primer día la capacidad de movilizar ese miembro que ha perdido ambas facultades como resultado del tiempo inutilizado.

 

2. Síndrome compartimental

 

Este síndrome tiene su origen en la pérdida de capacidad de deslizamiento entre las capas que componen el músculo, especialmente en antebrazos y tibias, provocando un intenso dolor durante la actividad física. El exceso de presión intramuscular no hace sino intensificar las molestias e impide al músculo nutrirse con normalidad (isquemia, falta de riego sanguíneo en la zona). Un correcto estiramiento fascial a través de técnicas fisioterapéuticas, y como complemento técnicas de autoliberación como el foam roller, ayudan a paliar los efectos negativos de esta dolencia tan frecuente en motoristas (antebrazos) y en deportes que implican saltos repetitivos (básket, saltos atléticos…).

 

3. Dolor irradiado del brazo

 

Con frecuencia notamos dolores o molestias de mayor o menor intensidad que se extienden por el brazo, sobre todo por la zona dorsal. Estas molestias pueden tener orígenes diversos, pero uno de los más frecuentes es el exceso de presión en las ramificaciones del plexo braquial, que parten de la zona dorsal de la espalda y el cuello. Por ello es que van asociadas a rigidez de hombros y escápulas, así mismo a dolores cervicales, debido a la falta de movilidad y rigidez muscular (cuando se cronifican o intensifican, en los músculos se generan contracturas y “puntos gatillo” que irradian dolor a la palpación). Esto se acentúa al levantarnos, por la mañana, cuando nuestro cuerpo está más rígido o hemos dormido sobre el lado afectado.

 

El ejercicio terapéutico dirigido a mejorar la movilidad de estos segmentos mejora, y mucho, este tipo de dolencias, llegando a erradicarlas y a mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes.

 

C) Codo

 

1. Epitrocleitis (codo de tenista)

 

Se trata de una tendinopatía asociada a dolor de mayor o menor intensidad en la zona interna del codo (epitróclea), debido a un exceso de tensión en la musculatura del antebrazo, especialmente en los flexores y rotadores internos (pronadores) . El tendón se irrita por el exceso de carga acumulada, provocando un dolor muy localizado y particular, tanto a la palpación como al agarre (prensión con los dedos).

Recibe también el nombre de “codo de tenista”, por tratarse de una dolencia frecuente de estos deportistas (el agarre de la raqueta, unida a los multigolpeos). Por eso es de gran relevancia el buen fortalecimiento de la musculatura del antebrazo para cualquier práctica que implique agarre fuerte y manejo de cargas (p.ej musculación en gimnasio).

El tratamiento habitual consiste en la aplicación de la técnica EPI por parte de nuestros fisioterapeutas, así mismo la descarga de esta musculatura del antebrazo a través de técnicas manuales y estiramientos activos y pasivos. Es el momento en el que el readaptador funcional cobra importancia, complementando la actuación del fisioterapeuta con trabajo excéntrico de fuerza (estiramiento+fuerza).

 

2. Epicondilitis (codo de golfista)

 

Como en el caso de la epitrocleitis, en esta lesión se produce una irritación dolorosa de la inserción de los extensores de la muleca, que están situados en el dorso del antebrazo hasta la cara externa del codo (epitrocléa). El tratamiento es similar, aplicación de técnicas manuales de descarga, EPI o punción seca para relajar la musculatura, seguida de la actuación de nuestros readaptadores profesionales a través de ejercicios de fuerza excéntrica y fortalecimiento del antebrazo.

 

3. Fractura de codo. Luxación de codo

 

Después de esta lesión por impacto o desgarro-salida de la articulación, se necesita volver a ganar la movilidad normal, así como la fuerza y el volumen muscular. Es en este tipo de lesiones donde vamos si cabe más de la mano tanto fisios como readaptadores. Donde unos mejoran la movilidad y flexibilidad de la articulación, los otros potencian y mejoran la estabilidad de la articulación.

 

D) Espalda

 

1. Dolor lumbar crónico (lumbalgia)

 

La vida sedentaria de nuestros días, las posiciones estáticas prolongadas, sobre todo profesionales (tanto sentado como de pie, pero sobre todo sentado: informáticos, transportistas…), acaban por debilitar nuestra columna lumbar, o bien por estresarla, sometiéndola a un régimen isométrico (sin movimiento) que dificulta la afluencia de nutrientes, y favorece el exceso de carga sobre los discos intervertebrales y nervios adyacentes. Cabe decir que la región lumbar posee una movilidad limitada, puesto que protege y dota de estabilidad al resto del cuerpo, tronco y extremidades. Es por ello que cobra especial importancia para cualquier movimiento que se realice, tanto con piernas como con brazos, y por ende LA SALUD LUMBAR ES FUNDAMENTAL PARA EVITAR DESCOMPENSACIONES MÚSCULOESQUELÉTICAS.

 

Una vez que la fase aguda de la lesión (aquella en la que no tenemos más remedio que parar y descansar hasta que el dolor se normaliza) ha finalizado y podemos comenzar a activar la región lumbar con cierta seguridad.

 

La ACTIVIDAD FÍSICA SUPERVISADA POR UN PROFESIONAL DEL DEPORTE Y LA ACTIVIDAD FÍSICA (LICENCIADO CCAFYD, INEF), ES CLAVE tanto para volver a movilizar esa musculatura, como para tratar de prevenir futuras lesiones derivadas.

 

2. Hernia

 

Cuando las personas que han sufrido una protrusión severa o una hernia (siempre diagnosticada por médic@ especialista traumatólog@) acuden a nosotros, su mayor miedo es no poder volver a movilizar su columna con normalidad, levantar pesos o llevar a cabo su día a día sin un déficit importante en cuanto a molestias o limitaciones. Y esto no tiene por qué ser así.

 

Si bien la hernia es una lesión que se debe tener muy en consideración, por lo que implica en cuanto a tratarse de un eje mecánico fundamental del cuerpo y donde gran parte del peso de tronco y extremidades superiores se concentra, NO DEBEMOS TENER MIEDO, ESTAMOS EN LAS MANOS ADECUADAS.

 

Nosotros te evaluamos, buscamos soluciones ADECUADAS y ESPECÍFICAS PARA TI DE EJERCICIO SIN DOLOR y que mejoren tu CALIDAD DE VIDA.

 

3. Ciática

 

La ciatalgia (dolor nervio ciático) es una lesión frecuentemente asociada al impigment (presión) del nervio ciático normalmente en su trayecto alto (salida de nervio raquídeo lumbar o paso por agujero obturador piramidal). Las causas más comunes son exceso de carga-esfuerzo brusco con giro, degeneración de los discos-vértebras o bien la contractura del músculo piramidal. Cuando existe una protrusión-hernia en la salida de este nervio, pasa a irritarse de tal manera que espasma a toda la musculatura en su trayecto, desde la región lumbar pasando por glúteo hasta detrás de la rodilla (región poplítea) e incluso llegando hasta el dedo gordo del pie.

 

En todos los casos, la intervención a través del ejercicio físico requiere de una evaluación médica o fisioterapéutica correcta, de cara a enfocar mejor el tratamiento. A partir de ahí diseñamos ejercicio y movilización correctiva para reducir el dolor y mejorar el comportamiento muscular y general del cuerpo, previniendo descompensaciones derivadas del reflejo de protección del hemicuerpo afectado (ej.si nos duele lado derecho, tendemos a inclinarnos hacia él, protegiéndolo, al caminar o al estar sentados)

 

4. Cifosis y Dorsalgia

 

La curvatura dorsal o cifosis de la espalda (esa “chepa” que todos tenemos) suele ser una zona sometida a numerosas tensiones, que van en aumento con la debilidad de la musculatura de esta región (especialmente trapecio medio e inferior, romboides, paravertebrales). Los hábitos sedentarios (sentado, conducir, mirando móvil, ordenador…), así como malos hábitos posturales (al sentarnos mal, llevar cargas como mochilas, etc) nos llevan a tensión excesiva en esta zona, que acaba rigidizándose y suele acompañar con dolor y limitación de los movimientos de hombro y cuello.

 

Seguir unas pautas adecuadas de ejercicio mantiene sana nuestra columna, y así mismo protege y previene futuras molestias. La cifosis puede llegar a corregirse de forma dinámica (a través del movimiento), o al menos mejorar su aspecto y su capacidad para movilizarse y así dejar de doler a diario.

 

5. Escoliosis

 

Muy frecuente en jóvenes en edad de crecimiento, esta patología de la columna vertebral, fruto de malos hábitos posturales (sentarnos inclinados en el sofá, traccionar siempre hacia el mismo lado, dormir en malas posturas o con colchones no adecuados…) sedentarismo, o algún esfuerzo brusco que rota alguna vértebra y poco a poco va generando una descompensación mayor, suele corregirse con ejercicio correctivo dirigido por un especialista.

 

No sólo los corsés ortopédicos ayudan, sino que es IMPRESCINDIBLE QUE LA MUSCULATURA SE FORTALEZCA Y SE EDUQUE para no volver a que la columna vuelva a torcerse.

 

E) Cadera

 

1. Bursitis de la cadera

 

Fruto de algún sobreesfuerzo, o gesto repetido de carga sobre ella, la bursitis trocantérea o bursitis de la cadera suele referir un dolor intenso y desagradable durante su fase aguda, restringiendo el movimiento. Ejercicios dirigidos en piscina, así como pautas de descanso adecuadas y movilización ayudan a que el día a día no sea tan nefasto. Una vez superada la fase más dolorosa e inflamatoria, se hace necesario ejercitar la musculatura de la cadera, así como la cintura lumbopélvica y abdominal de cara a descargar la región y limitar el daño futuro, mejorando la calidad de vida de nuestros pacientes.

 

2. Operación de cadera. Fractura de cadera

 

La fractura de la cadera, en personas jóvenes suele suceder debido a una caída fuerte o bien por un impacto (accidente). En personas mayores, no obstante, la razón más común es la artrosis (desgaste) o la osteopenia (pérdida de masa ósea) del cuello del fémur, que acaba por romper y provocar la caída.

 

Lo importante a raíz de la operación de la cadera es seguir las pautas médicas e ir movilizando la articulación poco a poco y bajo supervisión especializada . Hoy día podemos decir que la mayor parte de las operaciones de cadera tienen gran éxito y en breve plazo el paciente puede hacer vida normal y valerse por sí mismo.

 

Nuestros tratamientos a través de movilización y ejercicio mejoran los plazos y además optimizan el movimiento y la estabilidad de la articulación intervenida.

 

3. Dolor y limitación de la cadera

 

Puede tener múltiples orígenes, siendo los más comunes la falta de movilidad, la sobrecarga de la musculatura interna como el piramidal o el glúteo menor, así como una caída (de la que se deriva posible bursitis o la inflamación de tejido óseo). Conforme pasan los años, el propio proceso degenerativo también puede acarrear molestias, sobre todo en las personas más propensas (osteopenia, sobre todo en mujeres a partir de los 50 años).

 

Todos ellos requieren ser evaluados por un profesional, como los profesionales que disponemos en nuestro centro, siendo óptimo traer consigo alguna placa o prueba diagnóstica médica de cara a poder orientar mejor nuestra actuación.

 

F) Rodilla

 

1. Nuestra especialidad, el LCA (ligamento cruzado anterior)

 

Si en alguna lesión podemos decir que estamos “doctorados”, ésta es sin duda la lesión del ligamento cruzado anterior. Lesión muy común en futbolistas (cada vez de menor edad) y en jugadores de baloncesto, rugby y deportes de combate. La tracción sobre la articulación seguida de carga máxima o submáxima en rotación por encima de los límites que la musculatura y el ligamento son capaces de tolerar, suele provocar esta lesión de larga duración, cuya recuperación oscila entre los 6-8meses y el año.

 

El control del “geno valgo” o inclinación medial de la rodilla es un parámetro a controlar y corregir en este tipo de deportistas, sobre todo en mujeres, donde más se acentúa esta disposición articular (la tibia y el fémur forman una “equis”, juntándose las dos rodillas al realizar una sentadilla.

 

Desde que hemos abierto nuestra SALA DE READAPTACIÓN FUNCIONAL, y con anterioridad en la vida deportiva de cada uno de los 3 profesionales que trabajamos en ella, han pasado por nuestras manos multitud de deportistas con esta lesión, ya sea por rotura parcial o completa, con resultados muy satisfactorios. En el 80% de los casos el jugador/a ha vuelto a competir con garantías de no volver a lesionarse. El 20% restante podemos decir que atiende a factores que no han estado en nuestra mano: complicaciones fruto de la operación, excesivo sobrepeso, falta de constancia y seguimiento de la lesión por parte del propio paciente, factores condicionantes propios del deporte (pabellones o campos con superficies inestables o que agarran en exceso, caídas desafortunadas o cargas propias de la actividad…).

 

Nuestro equipo de fisioterapeutas colegiados y profesionales de la actividad física trabajan de la mano para ofrecerte EL MEJOR SERVICIO QUE PUEDES TENER EN LA PROVINCIA DE LUGO PARA RECUPERARTE DE LA LESIÓN DE CRUZADO CON GARANTÍAS.

 

2. LCP (ligamento cruzado posterior)

 

Menos frecuente que la lesión de cruzado anterior, pero no menos importante, es la lesión del cruzado posterior. Una lesión que suele producirse por hiperextensión de la rodilla (la tibia se desplaza hacia atrás más de la cuenta) o por un brusco desplazamiento de ésta hacia fuera y / ó en rotación, bien sea por un mal gesto en desequilibrio o por una entrada o contacto fuerte.

A la lesión de ligamento cruzado posterior suele asociarse una sintomatología parecida a la rotura del cruzado anterior, chasquido e inflamación posterior, que van de la mano de dolor al apoyar e inestabilidad. Se trata de una lesión también de larga duración, que suele ir acompañada también de otras menores como menisco o ligamento lateral externo.

 

3. Operación de menisco

 

Otra de nuestras especialidades, la rehabilitación del menisco, y para ser más concretos, el trabajo de estabilidad articular de la rodilla a través de la potenciación y el control articular y muscular, hacen de nuestra Clínica una referencia en la provincia de Lugo.

A diferencia de otros tratamientos y entrenamientos, nosotros nos implicamos con el paciente de tal modo que su lesión es la nuestra (algunos de nuestros readaptadores la han padecido y saben de lo que hablan). Dedicamos 1 hora entera en cada sesión a evaluar, trabajar y conocer en profundidad a nuestros pacientes, con los métodos más modernos y las últimas tendencias, a realizar un seguimiento exhaustivo y continuado mientras el paciente está en nuestras manos, hasta garantizar el éxito de su reincorporación cotidiana, ya sea laboral, deportiva o de ocio.

Algunos de estos métodos son el análisis de vídeo, la creación de protocolos individualizados que facilitamos al paciente a través de tecnologías como el wassap en formato vídeo (para que pueda trabajar en casa), el trabajo de fuerza mediante isoinerciales, la reeducación del patrón motor de la rodilla, el trabajo de control sobre superficies inestables…

 

4. LLI (ligamento lateral interno)

 

Se trata del complejo ligamentoso más “frágil” de la articulación de la rodilla, debido a su disposición anatómica (está colocado “por dentro”, que es por donde la articulación es más móvil e inestable) así como a su grosor (es cilíndrico y más pequeño que los demás, en comparación con la cara externa, donde está el potente complejo lateral externo, 3 veces más grande.

 

Su periodo de recuperación oscila entre las 4 y las 16 semanas, dependiendo de la gravedad (existen diferentes grados o magnitudes de rotura, desde el esguince leve hasta la rotura completa). Sí es cierto que suele ser el más “latoso” a nivel de molestias (durmiendo, por la mañana al despertar, al realizar cualquier gesto de tensión interna o extensión de la rodilla…) y ello hace que el día a día sea más incómodo. Ganar la extensión completa es el primero de los retos, toda vez que se debe pasar por un periodo (diagnóstico médico) de inmovilización y descarga.

 

Reducir el dolor a través de la mejora de la estabilidad y la movilidad indolora de tu rodilla, volver a ganar su rango articular y poner tu pierna como un cañón de nuevo es nuestro reto. Si confías en nosotros, volverás a confiar en tu pierna!

 

5. LLE (ligamento lateral externo)

 

El complejo ligamentoso lateral externo es una estructura muy fuerte que protege a la rodilla y la dota de estabilidad, tensándose sobre todo, junto con el LLI, al extender la pierna y al realizar una carga externa, hacia fuera. Por su posición y características es difícil lesionarlo, aunque cabe lugar en situaciones en las que la pierna se extiende en exceso o en las que gira con carga hacia él, poniéndolo en compromiso.

El dolor en este complejo ligamentoso suele ir acompañado de cierta inflamación, dolor que se suele extender hacia la región posterior de la rodilla, haciendo notar que suele ir asociada, en mayor o menor grado además la lesión del menisco externo.

 

6. Triada

 

Se conoce como “triada” a la lesión de 3 estructuras de la rodilla, siendo la más común la del LCA, LLI y menisco (debido a que el gesto de valgo y rotación interna suele arrastrar consigo estas 3 estructuras cuando el apoyo es lo suficientemente intenso). Lo primero suele ser rehabilitar el LLI, si ha quedado muy tocado, valorando el médic@ traumatólog@ el alcance de la lesión (lo que se llama “grado” de la lesión). Si el LLI no se ha roto en su totalidad, se suele dejar que cicatrice solo y esperar a que la rodilla se normalice. Toda vez que el edema ha sido reabsorbido y la rodilla vuelve a normalizarse (2 a 6 semanas, dependiendo del alcance de la lesión), comienza el trabajo de movilización y fortalecimiento, CLAVE PARA UN BUEN PRE Y POST OPERATORIO.

 

Si la rodilla logra estabilidad y fuerza antes de acudir al quirófano (para intervenir el LCA y el menisco), supondrá un tiempo extra a favor de una mejor y más pronta recuperación funcional.

 

7. Tendinitis del tendón rotuliano

 

Mal llamada “tendinitis”, puesto que se ha demostrado que el tejido tendinoso no se inflama como tal, sino que se deteriora y se desestructura con el exceso de uso o carga del tendón.

 

Nosotros funcionamos con un protocolo de actuación sobre el tendón rotuliano que consiste en aplicar cargas excéntricas de fuerza sobre él, método demostrado científicamente y que proporciona una mejor regeneración del tejido (tenocitos), así como una óptima alineación de las fibras (matriz de colágeno).

 

Si bien cuando esta lesión tendinosa de larga evolución se cronifica (más de 1 año arrastrando molestias), puede tardarse más tiempo del debido en dejar de ser dolorosa, nuestra experiencia nos dice que a partir de nuestra octava sesión de “entrenamiento excéntrico” del tendón los resultados pasan a ser manifiestos (reducción del dolor y mejora del funcionamiento de la rodilla).

 

8. Operación del tendón rotuliano

 

La intervención del tendón rotuliano, fruto de la ruptura total de este tendón (se desancla de su inserción con la tibia), suele tener al paciente durante al menos un mes inmovilizado, de cara a que nada pueda interferir en su correcta fijación quirúrgica. Cualquier carga excesiva podría dañarlo de nuevo. Es por ello que una vez que los servicios médicos dan el visto bueno para su rehabilitación, las cargas han de ser bien ponderadas y diseñadas y se hace preciso más que nunca ponerse en manos expertas que las manejen y las cuantifiquen óptimamente.

 

Pero antes, flexibilizar el tejido se hace necesario, volver a ganar esos grados precisos para que la rodilla vuelva a comportarse con total normalidad y eficacia, así como fuerza en esos nuevos grados que vamos ganando, grados funcionales, útiles.

 

Estamos hablando de que el trabajo entre fisioterapeuta y readaptador han de ir de la mano. Hablamos de trabajo de EQUIPO.

 

9. Condromalacia

 

Aunque nos asuste de primeras, la condromalacia o desgaste del cartílago patelar (rótula y / o surco rotuliano, el carril por donde ésta discurre en los cóndilos femorales) no es una patología limitante si se toman las medidas precisas de ejercitación y hábitos de cuidado tanto en el deporte como en la actividad física. Muchas de sus molestias tienen lugar por un déficit evidente de fuerza (la rodilla es inestable y por lo tanto la rótula está sometida a desviaciones y tensiones extra en su recorrido), que se corrigen con reeducación motriz y trabajo de realineación y fuerza.

 

Nuestras técnicas, salvo en estadíos muy avanzados de la condromalacia, suele dar buenos resultados. E incluso en éstos, la reducción del dolor y la seguridad del paciente para con su rodilla mejoran notablemente.

 

10. Prótesis de rodilla

 

La operación de rodilla, con implante protésico articular, es una operación que suele dar muchos problemas, sobre todo de reducción de movilidad (flexión) si no se trata a su debido tiempo. UN TRATAMIENTO TEMPRANO Y EFICAZ, toda vez han sido retirados los puntos de sutura y la inflamación-edema van normalizándose, así como el riesgo de que se formen trombos, ASEGURA QUE LA MOVILIDAD DE LA RODILLA DE NUESTRO PACIENTE VOLVERÁ A SER FUNCIONAL. Nos hemos encontrado con tristes casos de personas que, al ser mal antendidas o desinformadas en su postoperatorio, se han dejado ir durante los primeros meses y han terminado con un bloqueo articular tan importante que les impedía subir escaleras con normalidad o montar en bicicleta.

 

G) Pierna

 

1. Fractura de tibia y fractura de peroné

 

Accidente o traumatismo deportivo o no, se trata de una situación especialmente delicada cuando la fractura ha sido en varios puntos, o bien ha arrastrado consigo musculatura y otros tejidos. El médico traumatólog@ lleva aquí la voz cantante, reduciendo la fractura y decidiendo si con la inmovilización llega, o hay que implantar tornillos u otros medios de fijación. Nuestro jefe y cabeza de la Clínica Roberto Cordeiro sabe muy bien de lo que se habla, puesto que él mismo padeció una doble fractura de tibia y peroné.

El periodo de normalización de la lesión es largo y molesto, sobre todo en el estadío de movilización y readaptación de la pierna a la carga. Se hace prudente que la reeducación de la pierna sea más que nunca un TODO donde interactúen traumatólogo, fisioterapeuta, podólogo y READAPTADOR FUNCIONAL. Ponerse en las manos correctas es clave.

 

2. Periostitis tibial

 

Lesión por inflamación de la capa superficial del hueso o periostio. La tibia, al tratarse de un hueso largo, sufre más si cabe los efectos de la carga. Si a ello sumamos el exceso de rigidez de los músculos adyacentes, como el tibial anterior y los gemelos, por falta de flexibilidad y elasticidad, sumamos más tensión a la ecuación. Ello deriva en que el hueso se queje y se inflame, produciéndose vasoconstricción, hinchazón y dolor nada más apoyar el pie o correr suave con inmediatez o al poco de ponernos en acción.

Ser capaz de ganar movimiento, flexibilizar la musculatura y un descanso adecuado son la clave, mientras orientamos la actividad hacia actividades de menos impacto (bicicleta, natación…) hacen que el paciente no tenga que “parar” por completo por culpa de esta lesión.

 

3. Síndrome compartimental (tibial)

 

Este síndrome tiene su origen en la pérdida de capacidad de deslizamiento entre las capas que componen el músculo, especialmente en antebrazos y tibias, provocando un intenso dolor durante la actividad física. El exceso de presión intramuscular no hace sino intensificar las molestias e impide al músculo nutrirse con normalidad (isquemia, falta de riego sanguíneo en la zona). Un correcto estiramiento fascial a través de técnicas fisioterapéuticas, y como complemento técnicas de autoliberación como el foam roller, ayudan a paliar los efectos negativos de esta dolencia tan frecuente en motoristas (antebrazos) y en deportes que implican saltos repetitivos (básket, saltos atléticos…).

 

H) Tobillo

 

1. Esguince de tobillo

 

Los esguinces de tobillo son otra de nuestras especialidades, por recurrentes y numerosos. La articulación del tobillo es en sí misma frágil e inestable (la punta del pie o metatarso es la superficie mínima de impulsión y recepción de apoyos y saltos), sobre todo durante la práctica de deportes de fuerza rápida y sobre todo cuando los que los practican están fuera de forma o mal acondicionados físicamente.

 

Curarse bien de un esguince, sobre todo si éste nos ha tenido “parados” más de 3 semanas, es fundamental si no queremos que con toda posibilidad la lesión se nos vuelva a repetir.

 

PONER A TONO TENDONES, MÚSCULOS Y LIGAMENTOS, ADAPTÁNDOLOS ESPECÍFICAMENTE PARA LA PRÁCTICA DEPORTIVA O NUESTRAS ACCIONES DEL DÍA A DÍA, A TRAVÉS DE EJERCICIOS DE PROPIOCEPCIÓN, FUERZA Y RANGO DE MOVIMIENTO, ES LO QUE NOSOTROS MEJOR SABEMOS HACER.

 

2. Tendinitis de Aquiles

 

Como cualquier otra tendinosis, se acompaña de dolor o impotencia funcional, en este caso para mover el tobillo y especialmente ponernos de puntillas. El tendón de Aquiles es el tendón quizá más solicitado en la bipedestación y la marcha humanas. Mucho más en deportes con saltos repetitivos o apoyos muy explosivos, caso de futbolistas, atletas , jugadores de básket, tenis…. A través de él, los gemelos y el sóleo ejercen la fuerza necesaria para impulsar o fijar el pie.

 

A través de ejercicios especiales en “régimen excéntrico”, amén de otros que favorezcan la estabilidad del tobillo y su correcto funcionamiento (vencer el “umbral de dolor” y la sobreprotección a la que la musculatura nos somete es una de las claves), hace que trabajar tu tendinitis con nosotros sea seguro de éxito. Ponerte rápidamente en buenas manos a los primeros síntomas, es prioritario! y sobre todo no forzar cuando se arrastra un dolor importante que incluso nos haga cojear. EN TODA LESIÓN ES MUY IMPORTANTE TENER CALMA Y RESPETAR LOS TIEMPOS DEL CUERPO, POR LARGOS QUE PAREZCAN. Precipitar las cosas lleva casi siempre a precipitar la recaída.

 

Hemos visto por desgracia muchos casos en los que a pesar del dolor manifiesto, un deportista hacía caso omiso de las indicaciones médicas o fisioterapéuticas y acababa cronificando y empeorando una lesión, que de no haber forzado, hubiese ido remitiendo sola. Todo por seguir jugando una eliminatoria, correr esa media maratón que tenía programada…

 

Luego le toca al paciente seguir nuestros consejos, repetir nuestros ejercicios por su cuenta y ser fiel a los cuidados “higiénicos” que le pautemos para no volver a caer en la lesión. De otro modo, no hay mejora estable posible.

 

3. Operación de Aquiles

 

La intervención del Aquiles, así como la intervención del tendón rotuliano, requiere de un tiempo prudente de 1 mes- 1 mes y medio de descarga para que la fijación quirúrgica surta efecto. Mediante la colocación de un “Walker” o pie fijador, variable en sus grados, los médicos se aseguran que poco a poco el paciente va ganando esos grados importantes de movimiento que el pie agradecerá a la hora de volver a comportarse con normalidad en el suelo. Desde los 60-70º iniciales (pie equino), se pasa de ahí a 1 mes- 3 semanas a colocar el pie en 90º. En el durante, se hace importante estimular al menos parcialmente otra musculatura que de no utilizarse se irá atrofiando, caso del cuádriceps y especialmente los isquiotibiales.

 

Las fibrosis y engrosamientos que aparecen consecuencia de los cortes y suturas de la intervención serán cosa de nuestr@s fisioterapeutas.

 

A partir del mes y medio aprox (siempre bajo tutela y decisión médica) iremos trabajando poco a poco la fuerza, primero con el pie libre y posteriormente aplicando cargas parciales progresivas con el peso del cuerpo. En este periodo, la descarga a través de pequeñas alzas, así como la adecuación del calzado, se hacen esenciales.

 

PONTE EN MANOS DE PROFESIONALES CUALIFICADOS SI TE IMPORTA LA SALUD DE TU AQUILES. También por desgracia hemos visto casos de restricciones importantes de movimiento en personas que no han sido informadas correctamente, o cuya rehabilitación ha sido deficiente durante esos 3 primeros meses tan delicados, y que han tardado más de la cuenta en volver a caminar sin tensiones ni molestias, o volver a hacer senderismo. Pero lo consiguieron finalmente.

 

4. Fractura del quinto meta

 

La fractura del 5º meta suele ser frecuente en modalidades deportivas de alto impacto o frenada. Su origen puede ser un traumatismo (golpe o contusión) o bien generarse por estrés (tensión repetitiva en la zona). No suele dejar secuelas importantes en el pie si se respeta el periodo de inmovilidad y osteosíntesis del hueso (regeneración ósea), sobre todo en personas jóvenes. No obstante se debe prestar especial atención a la posible pérdida de masa muscular y de coordinación fina (propiocepción) del lado afecto, puesto que una precipitada vuelta a la actividad, sin haber estimulado pie y pierna como corresponde, suele llevar a cojeras y a gestos forzados, así como a lesiones por sobrecarga en el lado contralateral (el lado opuesto se hace cargo de más peso y trabajo, que no puede asumir y acaba lesionado: menisco, contracturas, lesiones de espalda baja…)

 

5. Fascitis plantar

 

La fascitis plantar es una lesión por sobrecarga de los músculos plantares, más particularmente de su “membrana externa”, que provoca impotencia funcional para cargar o mover el pie, así como un dolor parecido al de “un mechero que nos quema”. Es frecuente en pacientes con mucha bóveda plantar (puente) así como en aquellas prácticas deportivas que impliquen impactos repetidos sobre superficies duras.

Para tratarla, lo primero es suspender la actividad de impacto durante un tiempo pautado, y lo segundo flexibilizar y tratar el tejido.

Seguir los ejercicios de cuidado y flexibilización-activación del pie, así como cuidar nuestro calzado son varias de las premisas para mejorar. Un podólogo tiene también mucho que decir en esto.